Qué diferencia hay entre servicios de compañía y prostitución

Antes de que sigas leyendo ten claro que estamos en contra de la trata y de todo tipo de explotación sexual. Esas actividades nada tienen que ver con nuestros servicios de compañía.

Es importante diferenciar trata o explotación sexual con servicios de compañía femenina o masculina.

Sería como confundir la esclavitud con el trabajo libre, y aquí todas las personas que conocerás son libres, mayores de edad y les encanta su trabajo.

Desde tiempos remotos mujeres y hombres se han aproximado y cruzado a través de diferentes estrategias de seducción, ¿por qué los deportistas y artistas millonarios tienen a su lado, en general, mujeres tan bellas? ¿Las tendrían si fueran igual de fuertes, pero trabajasen de camareros o reponedores?

La respuesta es no.

Luego si ellos logran las mujeres más bellas, es por su dinero, pero ¿Y aquellos que, por su posición social, sus circunstancias o su físico no pueden acceder a ellas?

Si quieren acceder a una diosa del amor o disfrutar de la compañía de una señorita con la sentirte poderoso y feliz por unas horas, mantenerlo en secreto o sentir que puedes seducirla, es una experiencia que se ha mantenido a lo largo de la historia con acuerdos que proporcionaron y proporcionan la más alta satisfacción entre las partes. De ahí su éxito y su importancia a lo largo de la historia.

Otros Muchos hombres llevan vidas sexuales aceptadas socialmente, pero ausentes de pasión y sexo de fantasía. Esos hombres no quieren participar ni contribuir al negocio de la trata, pues acceden a otro tipo de negocio completamente diferente, acceden al negocio de la libertad de relación y servicios personalizados.

Las geishas son damas de compañía reconocidas en todo el mundo como artistas y delicadas señoritas de compañía, que ocasionalmente acceden a ir más lejos, ese tipo de relación es más parecida a los servicios de compañía de nuestro país que la mera prostitución.

Por tanto, es importante tener claro que al igual que en otros tipos de negocio como la restauración o la venta, existen múltiples alternativas muy diferentes que los clientes suelen tener claro.

No es igual cenar en un restaurante acogedor, de calidad con un servicio de confianza y todo controlado y seguro, que meterte en un bar de carretera con moscas recorriendo la barra…

El problema es que, en las relaciones sexuales, todo tiende a ocultarse y lo que es peor, a mezclarse, personas que nunca han disfrutado de una noche mágica de conversación, morbo y fantasía con la mujer o el hombre de sus sueños, pontifican generalizando y criticando, cuando en el fondo desearían poder experimentarlo, al menos una vez…

Aquí lo tenemos claro, una cosa es la explotación y otra la libertad de salir con quien te de la gana y dar a cambio lo que se pacte entre ambas partes libremente.

En el año 2400 antes de cristo (Hace casi 4500 años) podemos encontrar la primera mención registrada de la prostitución como ocupación.

 Se ubicaba en un templo sumerio dedicado a la diosa Ishtar en la ciudad de Uruk, Donde mujeres especialmente seleccionadas ofrecían sus mejores encantos y sabiduría sexual desde los poderosos hasta los transeúntes de los alrededores, con total libertad pues ya era una práctica consentida, legal y aceptada socialmente.

Si quieres poner en práctica tu fantasía o quieres pasar una cena de negocios aburrida con una hermosa e inteligente mujer a tu lado que te facilite pasar el trago, o simplemente deseas relajarte de meses de esfuerzo y estrés, y celebrar tu éxito, o, por qué no, recuperarte de una frustración… ¿Por qué no vas a poder hacerlo si del otro lado hay personas libres, adultas y profesionales que saben cómo hacer realidad ese deseo?

En la antigua Grecia, había muchas mujeres independientes e influyentes que ejercían el oficio de complacer los deseos de aquellos hombres dispuestos a pagar por ello, algunas de ellas como la hermosa y bella Lais de Corinto, eran extraordinariamente caras y solo algunos privilegiados podían costearse sus servicios…

La prostitución en la antigua Roma era legal, pública y generalizada. En Pompeya, la ciudad sepultada por el Vesubio, se han recuperado imágenes y paredes de burdeles donde hace siglos disfrutaron del sexo hombres y mujeres como algo natural y gratificante.

¿Sabías que hay un monumento en Alemania, en el lago Constanza que ensalza la figura de la cortesana?

La imagen representa una hermosísima mujer de grandes pechos y largas piernas soportando en sus manos a dos hombres desnudos desprovistos de su estatus y que podemos reconocer como un rey y un papa.

La imagen rota para que los visitantes puedan disfrutar su vista desde todos los ángulos…

La travesía

Por fin llegó el momento ansiado de pasar un fin de semana en la costa.

Llevaba muchas semanas esperando aquel momento, soñando con relajarme en el mar, abandonándome al placer de navegar y descansar sin más preocupación que decidir que ropa ponerme…o quitarme.

Tenía mi maleta preparada, varios bikinis, dos vestidos cortos de noche, ropa interior fina, mis cremas y mi consolador favorito, por si me aburría, aunque con mi amigo esa posibilidad era muy improbable.

Mi amigo me envío un coche privado que me trasladó al aeropuerto y de allí embarqué en primera clase con destino al mar y a un fin de semana que resultó inolvidable, especialmente para ciertas partes de mi anatomía.

Durante el vuelo, yo iba con unos vaqueros ajustados, unas converse rojas, camiseta blanca sin sujetador, porque sabía que él igual me esperaba en el aeropuerto, aunque me dijo algo de que iríamos con más amigos, pero por si acaso quería estar atractiva en el momento de nuestro reencuentro, era una forma de agradecerle el detalle de su invitación y recordarle lo buena que estaba.

Al llegar al aeropuerto de destino y nada más salir me llevé una pequeña decepción, porque aparentemente nadie me esperaba, miré a todos lados sin reparar en un joven vestido de impecable uniforme negro que comenzó a hacerme señas para que me acercara.

Era un chofer que me invitó muy amablemente a acompañarle mientras cogía mi maleta sin aparente esfuerzo y miraba mi escote porque a causa del aire acondicionado mis pezones estaban duros como diamantes.

Fue un comienzo increíble, a pocos metros en el parking una limusina blanca esperaba con otra chica preciosa, mi amigo y otro amigo, dentro todos muy contentos, ya que llevaban dos botellas de champagne que se veían vacías en una cubitera con hielo de la que asomaban otras dos sin empezar.

Entre risas y miradas cómplices nos dirigimos al puerto donde nos esperaba el yate del amor.

Yo pensaba que no debería beber tan temprano sabiendo lo que me esperaba y temiendo que me bajara la conciencia y mi cuerpo se abandonara pasando a ser una indefensa presa fácil para tanto hombre y mujer dispuestos a divertirse en la travesía.

Afortunadamente llevaba los vaqueros y los dos o tres intentos de meterme mano fueron en vano, no así mis tetas que fueron testigos de las caricias y tomas de contacto de todas las manos que alcanzaron a ellas. Yo ya notaba un poco el efecto del champagne a palo seco y traté de subir la mano por la entrepierna de una chica muy morena que llevaba un vestido de lycra negro muy corto, se dejó sin oponer resistencia hasta que mis dedos alcanzaron a tocar una tela de algodón donde se apretaba un coñito de labios gruesos, no pude seguir porque una mano firme de hombre me agarró de la muñeca y se llevó mis dedos a su boca, tras lo cual me besó, mientras la morena reía mostrando una boca de dientes blanquísimos y labios gruesos que me recordó la forma del secreto que guardaba entre sus muslos firmes.

Cuando llegamos al muelle yo ya iba caliente como una perra y algo achispada, al igual que el trío que me acompañaba, mi pensamiento al ver el yate y su patrón esperándonos a bordo y mientras subían nuestros equipajes fue una sensación de miedo a perder el control allí sin poder escapar y rodeada de personas cuyo único objetivo era pasarlo en grande follando, bebiendo y bañándose…

Nada más subir, pude oler una mezcla de mar y perfumes de mis compañeras de embarque y observar un interior decorado con madera brillante, una gran mesa preparada y varios sofás de cuero blanco muy bien cuidados, testigos mudos de muchas orgías y algún que otro mareo.

No hubo tiempo ni para acomodarnos, a los cinco minutos ya estábamos todas las chicas en bikini con una copa de cava rosé muy frío que entraba como si fuese agua con gas y que me comenzaba ya a producir un intenso deseo de sexo desbocado.

Nos pusimos las tres en la proa en una plataforma muy bien acomodada para poder tumbarse al sol y dejarnos llevar por el mareo del mar el alcohol y una especie de atmósfera sexual que lo inundaba todo.

Ya sin sujetador pude ver como los dos hombres comenzaron a hablar entre ellos, como si se estuviesen repartiendo a las chicas y decidiendo sus turnos. Yo estaba tranquila porque era su invitada especial, mi amigo se acercó a mí con dos dry Martini, levantó su copa y me dijo:

-Eres mi invitada, pero le he prometido a mis amigos que hoy podrán tener la mejor experiencia sexual de sus vidas… contigo.

Al oír aquello noté una punzada en mi clítoris y como un calambre por todo mi cuerpo, estaba ocurriendo lo que más temía, ya no controlaba ni la situación ni mi cuerpo.

Lo siguiente fue bajarnos a un enorme camarote con ojos de buey dorados y música suave donde me deleité con una sucesión de besos con lengua, caricias en las tetas y leves tironcitos del clítoris que a esas alturas estaba preparado para una jornada agotadora para ambas.

El primer chico era muy fuerte, un portento físico, me cogió de la cintura y me levantó en volandas girando como dos bailarines, luego me dejó encima de la cama, me abrió las piernas y puso su boca en mi bikini arrancándomelo como haría una fiera salvaje, me comió el coño como un mono comería un flan, noté que ya me venía la primera corrida pero el animal aquel no paraba de chupar y lamer lo que me hizo sentir como cayendo por un tobogán de placer, ya me daba igual todo, tras correrme otra vez me di media vuelta y le agarré aquel miembro moreno, sin la blancura de los que toman el sol vestidos, y se la chupé sin dejar en ningún momento de mirarle a sus ojos. Aquello le puso a cien, noté como suspiraba y cerraba los ojos, y yo pensé, ahora que se va a correr se tranquilizará un poco y así yo podré descansar un poco…

Pero no ocurrió nada de eso, porque cuando estaba con la boca ocupada, aparecieron en el camarote mi anfitrión y la chica morena con una botella de vodka completamente desnudos.

El atleta aprovechó para sacar su polla de mi boca dejando unos hilitos de flujo que iban desde mis labios a su enorme y enrojecido capullo.

Ahora sí, me volví literalmente loca, me puse a cuatro patas e invité a los dos hombres a darme por donde quisieran mientras invitaba a la morenita a ponerse delante de mí para poder comerle esos labios que había podido acariciar en la limusina y que ahora los tenía ante mí jugosos dejando ver unos espacios sonrosados y profundos donde pronto navegaría mi lengua enloquecida.

Mientras le comía todo a ella que se retorcía agarrando la almohada con sus brazos yo notaba las dos pollas atravesándome por detrás, incapaz de reconocer a quien pertenecía cada una.

La del culito me dolía bastante pero era un dolor placentero porque ayudaba a disfrutar del rítmico mete y saca del otro pollón que me acariciaba el clítoris ya completamente fuera de control, los orgasmos me venían uno detrás de otro sin control, tenía que sacar la lengua del conejito de mi compañera de cama , sin soltarla, para poder chillar como una loca mientras trataba de seguir respirando con el conejito de la morena delante mía y las dos vergas insistiendo como máquinas perforadoras industriales.

El primero en correrse fue el atleta que me hizo girar la cabeza para enchufarme un surtidor en mi boca abierta mientras la morenita me agarraba las dos tetas con tal fuerza que pensé me las iba a arrancar.

Tuve que tragarme todo porque quería acabar mi particular faena, mientras seguía y seguía la verga entrando y saliendo en un polvo que nunca acababa.

Cuando le mordí el clítoris a la morenita tras haberla metido la lengua hasta sus entrañas gritó como una cerda que llevan al matadero, fue el orgasmo más sonoro que jamás he provocado en otra mujer.

La morenita se tumbó boca abajo jadeando y derrotada, mientras mi implacable perforador seguía, ahora acariciando mis tetas con una mano mientras con la otra me daba pellizquitos suaves en la piel de mi sufrido clítoris, cambiamos de postura varias veces y otras tantas me corrí ¡¡Ese tío no se cansaba nunca!!

Finalmente con mi cuerpo y mi mente completamente derrotadas y un estado de semi inconsciencia noté como se corría dentro de mí dando unos últimos arreones que me hicieron correrme por última vez.

Ya era tarde, aunque el sol todavía brillaba lo suficiente para que nos diéramos todos un baño relajante en un mar que parecía una balsa de aceite, notaba el agua del mar en contacto con mi conejito y mis muslos agotados  y aquello me proporcionaba una enorme calma y una sensación de relajación deliciosa, nos besamos los cuatro dentro del agua y nos miramos con ojos cómplices, yo sabía que aquello no había hecho más que empezar.

La cena, mi vestido corto de noche y mi abandono total me llevarían como a una sumisa corderita al matadero sexual de aquella travesía.

Tenía razón, cuando pierdo el control y me abandono me convierto en otra persona, me transformo en una mujer insaciable y depravada, y eso me encanta.

 

La Sala de Juntas

El coche que me mandó aquel cliente era un mercedes negro limpísimo con un chofer joven vestido con su traje negro y corbata que me esperaba fuera de casa mientras se fumaba un cigarrillo.

Aquella noche estaba contenta, había descansado mucho y sólo tenía esta salida, a un cliente conocido y muy majo con el que me lo pasaba siempre muy bien y que solía acompañarme de vuelta en su coche.

Cuando me acomodé en el asiento trasero me di cuenta de que tenía mi vestido subido por encima de los muslos, lo que dejaba verse parte de mis braguitas celestes. Me di cuenta porque vi los ojos del conductor mirando fijo desde el retrovisor mis piernas hasta donde dejaban verse.

En un principio traté de cerrar las piernas y bajarme el vestido, pero estaba relajada y feliz, así que opté por mantener la posición permitiendo que mi acompañante al volante se divirtiera un poco dando gusto a su mirada y ofreciéndole material para la paja que se haría cuando llegara a su casa.

De cuando en cuando subía un poquito la ropa de un lado o del otro, o incluso me rozaba los muslos con la mano subiendo poco a poco hasta el centro de mis bragas impecables, de diseño, que marcaban mis otros labios y dejaban transparentar el pequeño triangulito de pelo que dejaba sin rasurar porque sabía lo que les gusta a algunos caballeros de edad madura.

Fue un trayecto en silencio, como si ambos estuviésemos ajenos a lo que el otro hacía, aunque él joven chofer disimulaba lo que podía, estuvo todo el trayecto dando placer a su vista y seguro que imaginando lo que me iban a hacer una vez me llevase a mi destino…la verdad es que por mucha imaginación que tuviese nunca hubiese podido imaginar lo que me pasó y por lo que tuve que pasar ese día…

Llegamos al edificio de oficinas donde trabajaba, yo supuse que bajaría a por mi y nos iríamos como siempre a unos apartamentos cercanos y muy discretos donde nos tomaríamos una copa, nos ducharíamos juntos y haríamos nuestras cosas, pero esta vez era distinto, él me observaba por una ventana de los pisos altos y me llamó al móvil para decirme que se trataba de un día especial para él, que había cerrado no sé que negocio y que quería darse el gusto de follarme en la sala de juntas de la empresa, a esas horas ya desierta, también me dijo que si me preguntaban yo era la socia de la consultora que cerró el trato.

No me pareció mala idea, así conocería una sala de juntas y experimentaría el sexo en un entorno de trabajo y poder.

El guardia de seguridad, previamente informado por mi amigo, me abrió amablemente convencido que yo era una consultora de la empresa que había cerrado el negocio en el extranjero y venía a ver algunos datos con mi cliente que me esperaba en la sala de juntas, piso doce.

El ascensor era de esos metálicos con una voz femenina que te avisa del cierre de puertas, pulsé el botón del doce, me eché un poquito de perfume suave en el cuello y me dispuse a vivir otra aventura.

El ascensor paró en el piso tercero, yo me mantuve tranquila en mi papel, la puerta tardó en abrirse una eternidad, era él, elegante y sonriente, se daba un aire a Harrison Ford en sus buenos tiempos.

Me dijo que la sala estaba en el piso 14, y sólo se podía acceder con llave, mientras me mostraba su llavero y de paso me tomó del cuello levantando mi melena negra y me besó con intensidad, como si se tratase de mi amante y no de mi cliente, eso me gustó e hizo que me empezara a poner en situación, durante el trayecto en ascensor me besó varias veces y comprobó con sus dedos ágiles y largos la textura de mis bragas, la firmeza de mis pechos y el grado de humedad de mi cuerpo, todo un reconocimiento sólo al alcance de los más sofisticados y expertos amantes.

Por fin se abrió la puerta, yo aproveché para ajustarme el vestido que estaba muy arriba y observar el lugar.

Era un salón enorme con moqueta beige, cuadros modernos en las paredes, varias mesitas auxiliares y una mesa enorme de madera oscura brillante rodeado por no menos de veinte butacas de cuero. Al fondo un sofá a juego y varias sillas pequeñas frente a varios ordenadores portátiles.

Mientras dejaba el bolso en el sofá noté su boca en mi oreja y su mano buscando por los muslos su premio, esta vez no era como las anteriores, no empezó con caricias o precalentamientos eróticos, me agarró de la cintura y acercándome a la gran mesa apoyó mi cabeza en la mesa, me abrió las piernas y sin bajarme las bragas del todo me penetró con la precisión de un cirujano y la violencia de un toro bravo, fue tal su ímpetu que no podía levantar la cabeza que él me sujetaba con su brazo derecho, notaba como entraba su polla una y otra vez, mientras me susurraba al oído lindezas como zorra, guarrilla y otras semejantes, era lo más parecido a una violación que había vivido hasta la fecha, me sentía atrapada e indefensa, mientras me empezaba a subir por la zona asediada una ola de placer que anunciaba lo que sería mi primer orgasmo, mezcla de dolor, agobio e intenso placer que me hizo gritar muy alto y tratar de revolverme, algo que no fue posible porque me tenía bien agarrada el muy cabrón.

Tardó una eternidad en sacármela y llevarla a mi boca, yo al fin libre de su brazo y lejos de tratar de huir, me arrodillé y comencé una mamada digna de la mejor película porno, mientras con mi mano izquierda me masturbaba como solo yo sé hacerlo.

Al poco ya estaba vestida únicamente con mi collar de perlas y a cuatro patas encima de aquella moqueta suave y perfumada, gimiendo por los embistes de ese toro bravo, encelado y en plena forma, me volví a correr dos veces seguidas con apenas un minuto de diferencia, notando como un flujo líquido y espeso se deslizaba por mi muslo, fruto de la lubricación natural que me defiende de aquellos que me quieren romper el coño con sus vergas.

Sudábamos los dos a pesar del aire acondicionado y yo con codos, manos y cabeza apoyados en el suelo dejaba muy atrás y levantado mi culito musculado y perfecto, para que hiciera de él lo que quisiera.

La mezcla de olores a maderas nobles, perfume, cuero, moqueta, sudor y flujos naturales hacía que aquel espacio oliera como un harén de esclavas en medio de un oasis, que, aunque nunca estuve en ninguno seguro que olerían parecido, esa atmósfera producía como un elixir del sexo, irresistible que nos hacía a los dos cuerpos enlazados tratar de prolongar el momento y hacerlo eterno.

Cuando noté como me agarraba de mis dos tetas con aquella fuerza, supe que se estaba a punto de correr, por lo que me preparé para recibir su regalo dónde a él le apeteciera ofreciéndole tanto mi cuerpo desnudo como mi boca de labios pintados y perfilados de rojo oscuro.

Sacudiendo su polla rígida como un palo, comenzó a regarme por todas partes, la cara. los pechos, el pelo, la tripa… parecía un surtidor de nata líquida.

Justo en aquel instante y en aquella circunstancia, sonó la cerradura de la puerta.

Me quedé helada, era la situación que más temía en mi vida, y allí estaba yo desnuda, con todo mi cuerpo lleno de sudor, regado de semen y una expresión de miedo, mayor incluso que la de mi ejecutivo amante todavía con el pito en la mano…

  • Perdonad…venía a conocer a la consultora que cerró el contrato, pero no esperaba conocerla de esta manera…
  • No es lo que parece, le respondimos casi a la vez, sabiendo que es la excusa más estúpida del mundo para este tipo de situaciones.
  • Ya, vale, pues lo que parece es que lleváis un buen rato follando, ja ja ja

Aquel hombre no parecía enojado ni tenía la apariencia de denunciar el asunto a la dirección de la empresa pues resultó ser un colega de mucha experiencia en negocios a lo largo de todo el mundo y que sospechó que algo raro había con la consultora recién llegada…y acertó.

No me quedó más remedio que, por mi propia seguridad y mantener el secreto profesional, ofrecerle al recién llegado la posibilidad de una coreografía, en la que yo les ofrecía tres vías de penetración en mi cuerpo, sin límites…

El recién llegado tardó menos de un minuto en desnudarse, abrió un minibar oculto en uno de los muebles sacó una botella de Black Label, hielo y nos sirvió tres vasos, al poco me señaló una puerta de madera tras la cual había un cuarto de baño espectacular con ducha, al que me dirigí, mientras con ojos maliciosos recogía con mi índice unas gotitas blancas y espesas que tenía todavía en uno de mis pechos y me lo llevé a la boca…

Ya bajo la ducha tibia me enjabonaron cuatro manos frotando con suavidad mis pezones y mi clítoris, yo estaba como nueva, el susto de ser descubierta in fraganti, me había sacado toda la adrenalina de mi cuerpo, que ahora relajado se abandonaba a caricias jabonosas por todo mi cuerpo, sin dejar ningún espacio sin su caricia.

Me dejé hacer de todo, por delante y por detrás, tratando de disfrutar al máximo de aquellos cuerpos varoniles y atléticos, que me trataban como a una hembra en celo pujando entre ellos por ver quien lograba proporcionarme mayor número de orgasmos.

Amanecía en aquella sala de juntas.

Nos fuimos poco antes de que apareciera la señora de la limpieza, por el ascensor privado directos al parking. Me dolía todo el cuerpo, pero estaba feliz porque fue una noche con susto pero mágica e irrepetible, tenía aquel olor en mi cerebro que hoy todavía puedo recordar, sin poder evitar esbozar una sonrisa.

 

Viaje con mi novio a Dubái

Soy una joven de 26 años, rubia con carita de ángel y cuerpo muy agraciado, me sientan muy bien las minifaldas, todos los chicos y alguna chica se vuelven a mirarme y me gusta que lo hagan.

Esta historia sucedió el invierno pasado, me cogí una semana de vacaciones en Dubái, con mi novio que es unos años mayor que yo y también muy morboso en el sexo.

Yo estaba deseando bajar del avión y llegar a nuestro lujoso hotel, habíamos pasado el viaje acariciándonos y estábamos muy excitados. Por fin estábamos en la habitación solos, después de múltiples besos y caricias, desabroche su pantalón y le saque la verga, era muy grande y la tenía bien dura, un lujo para una boquita golosa como la mía, además la chupo como una auténtica profesional, después de un rato me puso la carita blanca con sus cinco descargas. Me lo llevé a la cama y me quité la faldita y la blusa, me quedé con un mini tanga y con los pechos al aire, ahora quería que me montara y me hiciera gozar de lo lindo, en pocos minutos esa verga estaba tiesa otra vez y se subió encima de mí, yo estaba más que preparada, y muy mojadita, así que no pude contenerme mucho, me embestía con fuerza, tuve mi primer orgasmo, soy multiorgásmica y puedo correrme muchas veces, me cambio de postura y me puso a cuatro patas, que también me encanta, mi novio es muy fuerte y musculoso y me estuvo dando bien fuerte, durante 40 minutos, tuve tres orgasmos más, me hizo gritar de placer, y él se corrió esta vez en mis tetitas que me las dejo bien regadas, él estaba agotado , como sabía que soy una ninfómana insaciable, después de intentarlo sin éxito me propuso un juego para que al final recibiera lo que quería, me pidió que me vistiera muy sexy, siempre llevo medias y ligueros y vestidos muy ajustados, bajaría al bar del hotel a reclutar tres hombres para una partida de póker en nuestra habitación, el fingiría perder y quedarse sin dinero y yo me ofrecería como apuesta, que evidentemente perderíamos y me tendría que entregar para que esos tres se desahogaran conmigo y yo con ellos que era lo que quería.

Al rato apareció mi novio con tres hombres de unos cuarenta y tantos, la verdad bien parecidos, eran árabes con el pelo negro y un aspecto muy varonil, me iba a encantar dejarme trabajar por esos 3 machotes, la partida empezó, yo me paseaba para que me viera bien y se muriera de ganas de quitarme la ropa, me acercaba a la espalda de mi novio y le daba masaje mientras miraba con picardía a los tres jugadores. Estaba llegando el momento, ya no tenía con que apostar, así que le dije al oído que les propusiera que yo cubriría tu apuesta entregándome a ellos sin condiciones.

Mi novio los miró y se lo propuso, esos tíos estaban disfrutando solo con pensarlo, pero antes de aceptar pidieron ver algo más de mis encantos, ahora sí que estaba yo en mi salsa, me levanté el vestido, les enseñé mis bragas y mis medias y me metí un dedito en la boca. Lo deslicé dentro de mis bragas, estuve un ratito masturbándome delante de ellos, había sido más que suficiente para que aceptaran la apuesta, así que la partida siguió, se pusieron las cartas sobre la mesa y mi novio había perdido. Los tres hombres se levantaron de la mesa y me llevaron a la cama para cobrar su apuesta.

Tenían ganas así que no se anduvieron por las ramas me tumbaron en la cama con la ropa, uno hundió su lengua en mi culito y mi chocho, que casi me desmayo de gusto y los otros mi pusieron las pollas para que se las mamara, así estuvimos un rato hasta que tuve un orgasmo monumental, y me dijeron que ahora a cuatro patas, que embestidas, como me agarraban las caderas, clavándome hasta dentro. Mi novio estaba mirando y claro, le estaba encantando les animaba a los chicos para que me dieran más fuerte y les decía que me reventaran el chocho de gusto que era una ninfómana insaciable. La verdad me corrí una docena de veces y disfrute de lo lindo, sobre todo cuando los tres y mi novio también me dieron una buena ducha de esperma calentito.

Os seguiré contando mis historias en este blog.

Morbo en la Universidad

Eran las tres de la mañana y Eva seguía en la cama con aquel enorme hombre que llevaba más de cinco horas follándosela, ella sabía que había tomado alguna pastilla y algo más para resistir tanto, lo normal era media hora de caricias, una pequeña ,mamada para empalmarle, un poquito de mete saca y mamada final, pero esta mole era distinta, hablaba muy poco y tenía el cuerpo sin depilar, decía que era agente de seguros y estaba de viaje, pero Eva sabía que era mentira, porque ya le había visto en otra casa donde trabajaba como scort.

Cuando finalmente se agotó el tiempo y Eva se despidió con un -hasta pronto cariño- y se fue directo a la ducha, debía descansar un poco y madrugar si no quería llegar tarde a sus clases en la universidad.

Llevaba dos años pagándose los estudios y el apartamento trabajando como señorita de compañía para clientes vip. Lo que empezó como una forma rápida de ganar dinero empezó a convertirse en una actividad que le gustaba cada vez más y con la que disfrutaba la mayoría de las veces bastante, aunque lo de verdad le encantaba es ir a clase rodeada de jovencitos estudiantes que la miraban con deseo pero que no estaban a su altura.

Eva tenía alrededor de 30 años, era castaña con un cuerpo firme y dos pechos monumentales sin llegar a ser escandalosos. Sus piernas, siempre le decían, era la parte más bonita de todo y su enorme boca siempre con los labios pintados que parecía el portal del cielo.

Algunos días iba a la universidad sin bragas, le encantaba abrirse de piernas súbitamente para observar la reacción de los profesores, que la mayoría de las veces se hacían los tontos y miraban para otro lado, aunque siempre volvían a mirar por si la cosa seguía allí…

Por la tarde después de comer y echarse un ratito comenzaba su jornada profesional, primero miraba sus mensajes y comprobaba si había algún cliente que solicitaba sus servicios y si los había seleccionaba a los conocidos o aquellos que despertaban su curiosidad…y eso le proporcionó el más intenso episodio sexual de su vida.

Un cliente de las afueras solicitaba los servicios de una señorita de compañía para acompañarle en una cena y pasar toda la noche con ella, afirmaba que era imprescindible nivel de conversación y cultural alto.

A Eva le pareció un reto, además le venía bien económicamente ya que ese mes se había pasado con sus gastos, así que apretó el botón de aceptar enviando un mensaje al cliente que le envió un taxi a la dirección que ella le compartió.

Escogió un vestido negro cortito, pero sin exageración, escotado, collar de perlas naturales, pelo recogido, medias negras y zapato negro de tacón.

Preparó su bolso, como siempre con preservativos, gel, cremas, un par de vibradores y unos tangas de repuesto, porque nunca se sabe solía pensar.

El taxi llegó puntual a la cita ella se sentó y se concentró en lo que iba a ser una jornada más de ” trabajo”

El taxi paró delante de la puerta de uno de los mejores restaurantes de la ciudad, cuando bajó del taxi tuvo que recogerse un poco el vestido, lo que dejó entrever su tanga rojo, algo que no pasó inadvertido al aparcacoches especialista en descuidos de ese tipo, algo que le daría para dos o tres pajas esa misma noche al acabar su turno.

Su cliente le había dado como señal que llevaría un jersey de color azul y pantalón blanco…

Eva entró en el restaurante y comentó – me esperan- echó un vistazo a los clientes que estaban allí en ese momento y observó con horror que el de la mesa del fondo vestido con jersey azul ¡era su profesor de sociología! Trató de darse media vuelta, pero ya era demasiado tarde. El maître le dijo: – señorita le esperan en esa mesa, permítame le acompañe ¿desea tomar algo de beber?

-Un Dry Martini por favor, lo voy a necesitar- cómo no bienvenida.

Estaba sorprendida y cabreada, pero pensó al fin de cuentas es dinero y yo soy profesional…

-Hola ¿Eva?

– Hola, no me tomes el pelo, sabes cómo me llamo, pero este nombre es el que usaremos hoy

-Vale, no te enfades deberías estar halagada

– ¿Yo, por qué?

-Llevo meses buscándote en las redes, no hay muchas alumnas que me enseñen el chochito en clase como lo haces tú…

– Pero…sí pensaba que no te dabas cuenta o te avergonzaba..

-No creas, pero no soy gilipollas, además me gusta más tocar o penetrar a mirar, y esta noche vas a comprobarlo

– ya entiendo, pero de esto no quiero que nadie se entere, en la universidad soy una estudiante más, lo que haga con mi vida privada es asunto mío y de nadie más.

-No te preocupes, precisamente por eso te he localizado a través de las redes y no directamente

– ¿Qué te apetece de cenar, este sitio es magnífico

– Decide tú yo como de todo

-Y yo también, le contestó el profesor guiñando su ojo…

A mitad de la cena, para sorpresa de Eva, se levantaron dos hombres de una mesa cercana a los que no veía por estar de espaldas, y se acercaron a saludar

  • Hola ¡qué casualidad!
  • Pero… ¿Qué hacéis vosotros aquí?

Eva no daba crédito, eran dos compañeros suyos de clase, ninguno cumplía los 25, repetidores y malotes a los que ella trataba siempre de evitar…

-Nos dijo el profe que después de cenar aquí nos iba a invitar a unas copas, lo que no sabíamos es que estaba tan bien acompañado…

– Vale, ya os avisaremos, ahora volved a vuestra mesa, espetó el profesor

-Perdona Eva, no te lo había comentado, pero me encantaría tener una noche compartida contigo y mis dos amigos…

Eva dudó por un momento, pero no quería dar la imagen de miedosa, así que le pidió el triple del coste previsto previendo que se rajaría pero él aceptó y le pasó un sobre por debajo de la mesa, todo en billetes de 100 euros…- me gusta su color le susurró mientras le miraba el escote.

La cena fue muy agradable, aunque ella no dejaba de pensar en lo que le esperaba y se acordaba que olvidó la crema lubricante, por lo que temía que le iba a doler.

Pagó la cuenta y él le dijo al oído, vamos zorrita…

Le trajeron su coche, un Cayena y ya le estaban esperando la pareja de jóvenes sin dejar de mirarla con deseo y dos sonrisas maliciosas, subieron los cuatro y se dirigieron al chalet del profesor que resultó ser empresario de divisas virtuales que le proporcionaban unos ingresos millonarios y daba clase por divertirse y conocer chicas…como Eva.

El chalet tenía una entrada rodeada de jardín y una puerta adornada con cristal.

Ella se bajó del coche y acto seguido lo hicieron los dos chicos.

-Necesito ir al baño

-Claro, hay siete. Elige el que más te guste… te esperamos en el piso de arriba, segunda puerta a la izquierda.

Eva se lavó un poco, se pintó los labios otra vez comprobó que todo estaba en su sitio, respiró hondo y se dispuso a enfrentar la que sería una de esas noches que dejan huella.

La habitación era enorme, con una cama gigante espejos en el techo, música y una decoración exquisita…

-Quítate el vestido zorra , le gritaron casi al unísono, lo que convenció a Eva que no era la primera vez que los tres se lo montaban así.

Eva se quitó primero el vestido, dejándolo caer hasta sus pies, luego, sin dejar de mirarlos, se desabrochó el sujetador que arrojó con sus dos manos al suelo…y finalmente se bajó el tanga despacito girando sobre sí misma y enseñando las nalgas a sus tres entregados admiradores.

-Ven aquí, dijo el profesor dando palmaditas al lado suyo en la cama…

-Te vamos a violar zorrita universitaria, dijo uno de los dos

El primer movimiento fue agarrarla entre los dos y dejarla totalmente a merced del profesor que le comió el coño como un jabalí devora una sandía, los dos chicos estaban empalmados, cosas de la juventud y Eva por primera vez en años se había corrido sin querer, pero en silencio, no quería que pensaran que le gustaba y así evitar que los tres mamones se crecieran demasiado.

  • ¿Te gustan las coreografías? Le preguntó uno de los jóvenes
  • -Depende de los actores y su capacidad artística, le contestó Eva sin inmutarse
  • Pues ¡ Al lío ¡

Le pidieron que se pusiera a cuatro patas y uno de los chicos, fuerte y fibroso con una barba recortada y pelo largo le ofreció su polla tiesa coronada por un capullo sonrosado y brillante para que se la chupara, mientras el otro la penetraba con firmeza…

El profesor fue a buscar su consolador especial que estimulaba a la vez el clítoris permitiendo una penetración anal lo bastante profunda como para producir en ella incomodidad y dolor

Ante ese Cocktail de sensaciones Eva decidió abandonarse, dejarse llevar y evitar demostrar que se corría, porque ello le intimidaba un poco y daría vuelo a sus clientes y compañeros de uni.

El problema fue cuando le cambiaron de postura, la pusieron de costado y mientras el de barba la penetraba sin piedad, el profesor se la metió a su vez por el culo y el tercero en discordia le agarró del pelo y le contó al oído una historia de una virgen violada por siete enanitos hasta la extenuación, mientras le pasaba su polla por la cara sin llegar a dejarle que entrara en su boca…todavía.

No pudo resistir, lo intentó con todas sus fuerzas tratando de recurrir a su experiencia, pero fue inútil, aquel chillido le salió del alma fue un grito de desolación, desamparo y placer extremo, todo mezclado en un cuerpo que ya no controlaba, el orgasmo fue percibido por los tres hombres como cuando un tiburón huele la sangre de un atún herido.

  • Ahora te vas a enterar guarra, bramaron los tres a coro

Ella completamente desarmada abrió la boca para recibir aquel pollón increíblemente grande, que nunca podía haber imaginado en ese chaval, casi no le cabía, pues le rozaba ambas comisuras de los labios y no pudo evitar una arcada cuando trató de metérsela hasta la tráquea, pero el chico no era ningún novato y fue dosificando hasta que la boca de Eva se convirtió en una cueva de sensaciones intensas, saliva, succión, dominio, carita asustada, labios enormes en forma de o…notó el semen llegando a su garganta y como al sacarla se le inundaba la lengua y los labios de aquel flujo denso y salado, mientras su culo y su coño seguían asediados por dos vergas incansables que ya no le podían hacer daño porque tenía su vagina como anestesiada a la espera de que se activara ese puntito que le haría tocar el cielo del placer con la mano.

Se corrió tres veces más, incluso lloró de placer de una manera incontrolada que les encantó a ellos pues era la primera vez que llevaban a una mujer a ese nivel de placer.

Al profesor le dolía bastante la polla porque le culito de Eva era muy estrecho y le había costado llegar hasta el final y mantener el ritmo, pero le mereció la pena porque correrse dentro del culo de una mujer tan hermosa, de una alumna tan especial le supuso muchas noches de relax y una aventura sexual que le duraría toda la vida.

Serían las cinco de la mañana cuando el taxi esperaba a Eva, ella dolorida en todo su cuerpo, con ese sabor de boca tan especial, que ni siquiera el chicle que masticaba podía amortiguar, se cambió el tanga por unas bragas cómodas y se untó la entrepierna con una crema suavizante y antiinflamatoria porque le dolía como si tuviese una rozadura, especialmente el anillo anal que, aunque no lo veía sabía que estaba rojo como un tomate.

En el taxi de vuelta a casa no dejaba de pensar en que al día siguiente los volvería a encontrar en la universidad, pero ya no le asustaba, al contrario, estaba deseando volver a abrirle las piernas al profesor y quedar con los dos chicos a tomar unas copas o lo que ellos solicitasen…

 

La directora de Hotel

Aquella mañana mi amiga Lucía, directora del Hotel Mar, estuvo soñando toda la noche.

Al despertar no recordaba casi nada, pequeños retazos de historias, luces tenues, penumbra…pero recordaba la sensación de haber sido follada salvajemente por algún hombre al que no podía poner rostro, sólo recordaba del sueño que aquel tipo llevaba traje negro y corbata.

Mientras se quitaba el camisón de seda y se encaminaba al cuarto de baño de su suite privada, no dejaba de sentir una excitación que ella reconocía muy bien porque no era la primera vez.

Ya desnuda se metió en la ducha abrió el grifo y comenzó a enjabonarse por todo el cuerpo, sentía el agua caliente sobre su rostro perfecto y empezó a jugar con el jabón y el agua en sus pechos firmes cuyos pezones, estimulados por su masaje se endurecieron sumisamente.

  • Hoy tengo mucho trabajo

Pensó por un instante, pero en seguida se distrajo cuando sus manos llegaron a enjabonar sus pequeños labios entre los muslos. Y notó como su clítoris reclamaba un poquito de atención.

Con sus dedos comenzó a acariciarse, mientras el agua templada corría por su cuerpo y el vapor inundaba todo el cuarto de baño, muy pronto se sumió en un estado de excitación y su mente no paraba de tratar de recordar aquel sueño que le arrastraba sus manos y su cuerpo en aquel momento y le hacía sentir deslizarse como por un tobogán de imágenes borrosas de sexo, agua ,su piel completamente erizada mientras sus pezones trataban de seguir el ritmo de la excitación que inundaba todo su cuerpo desnudo, ahora fue su dedo medio, el único con uña postiza, el que penetró y comenzó a mover primero con movimientos suaves y finalmente con energía mientras desde lo más profundo de su ser salieron unos gemidos que tornaron a gritos de dolor que anunciaban un orgasmo que llegó entre temblores en el que Lucía se olvidó del tiempo, de todo, excepto de ese traje y esa corbata…

Una vez seca, se puso unas braguitas de encaje de color blanco, un sujetador a juego con un detalle de flores, una blusa blanca y su traje de chaqueta con falda de tubo por encima de la rodilla, zapatos negros de tacón fino, se peinó recogiendo el pelo en un pequeño moño que le hacía una apariencia muy sexy, pues sus grandes ojos oscuros su nariz proporcionada y su sonriente boca de dentadura blanca y perfecta, siempre destacaba cuando se recogí el pelo de esa manera.

Varios empleados del Mar estaban deseando encontrarse con ella cada mañana para oler su perfume y recibir su sonrisa, que interpretaban como una posibilidad, que sabían remota, de poder en algún momento tener algo más que un encuentro ocasional, de hecho, Juan el encargado de mantenimiento se había hecho más de diez pajas esa semana solo pensando en las múltiples posibilidades de follar con ella…

Pero Lucía les despreciaba porque sabía que no darían jamás el nivel de exigencia que ella precisaba para satisfacer su deseo y jamás compartiría con un empleado sus fantasías eróticas, porque su imagen era de una ejecutiva dura y exigente.

Ya sentada en su despacho del hall del hotel, conectó el ordenador y comenzó a supervisar la lista de clientes y reservas de ese día, lo clientes asiduos, alguna excursión y tres reservas a nombre de otras tantas empresas.

Lucía buscó en el ordenador y encontró que esa semana había varias convenciones y encuentros profesionales en la ciudad…

Un estremecimiento recorrió su cuerpo que se tensó como un depredador cuando observa a su presa mientras bebe agua desprevenida sin mantener la distancia de seguridad.

Sólo tenía que esperar a las doce para supervisar directamente esas reservas y ensoñar con su excitante traje negro que seguía fijo obsesivamente en su mente.

Ese día dejó la puerta de su despacho entreabierta para poder observar el mostrador de recepción y las personas que llegaban a registrase y tomar habitación.

A las 11 solían llegar los clientes en viaje de negocios del vuelo de la capital. Era cuestión de esperar…

Con cierta frustración más física que personal observaba que los viajeros no respondían para nada al perfil que ella necesitaba, matrimonios mayores, una pareja en viaje de novios, algún viajante de comercio con tripita cervecera…hasta que apareció.

Lucía abrió un poco más la puerta de su despacho y contempló la llegada al mostrador de recepción de un hombre alto, musculado con gafas de sol, camisa y una mirada firme y serena.

Ella pensó, ¡Lástima no lleva americana negra ni corbata, pero está buenísimo!

Ese pensamiento le hizo bajar la guardia y se percató que aquel hombre la miraba a los ojos desde el mostrador con una sonrisa…

El corazón de Lucía comenzó a latir aceleradamente, ¿Habría leído sus pensamientos?

Lucía cerró la puerta del despacho mientras él no dejaba de mirarla, ella no lo sabía, pero en un descuido la falda estaba muy atrás y se dejaba ver un poquito de su delicada lencería blanca con encajes y adorno de florecitas.

Juan no estaba cansado, en el avión había tomado una cerveza y se había relajado, el negocio que iba a cerrar en aquel hotel estaba hecho, y en la cena se firmaría el acuerdo y lo celebraría…pero aquellas braguitas blancas, aquellas rodillas perfectas y aquella carita tras la puerta del despacho de la directora le habían disparado esa sensación de pequeña erección tan deliciosa nada más llegar.

Lucía ya no podía pensar con claridad, su mente y sobre todo su cuerpo sólo pensaban en sentirse abrazados por aquel hombre y no dejaba de sentir una enorme polla entrando violentamente entre sus piernas y se veía a sí misma incapaz de resistirse a las embestidas salvajes de aquel hombre…aunque lamentablemente no llevara traje negro ni corbata…

  • Habitación 421 al fondo del pasillo con vistas al mar, señor Serrano.

Le dijo la recepcionista a Juan que observaba como se cerraba la puerta y con ella la erótica visión de aquellas piernas, aquellas braguitas y aquella boca.

Cayó la tarde y Juan se preparó para la cena en la que cerraría el negocio del año que le permitiría financiar sus negocios por varios años, sacó de su maleta su traje negro de Hugo Boss y su corbata azul de Loewe. Camisa blanca con gemelos, estilográfica Montblanc para la firma del contrato y…la guinda, pensó en la guinda y su mente volvió a aquella falda recogida y ese triangulito de color blanco…en fin, el trabajo me llama pensó…

Lucía, como todos los días, solía acabar su jornada supervisando personalmente todos los servicios y verificando que todas las incidencias habían sido solventadas, pero esa noche quiso comprobar el restaurante y las mesas preparadas para que todo fuera perfecto.

Mientras se acercaba al restaurante, con la sensación de sudor en las ingles y las axilas por la jornada de trabajo y pensando en otra ducha relajante, ocurrió.

En la mesa catorce, la del pequeño reservado para clientes especiales, estaba él ¡Con un traje negro y corbata! Lucía se volvió literalmente loca, llegó a sentir como sus pezones se estiraban y su clítoris le hacía estremecer.

Estaba decidida.

Se dirigió a su habitación y abrió el armario con llave, ese que nadie en el hotel podía abrir bajo pena de despido fulminante.

En él había diferentes vestidos, aunque mejor sería definirlos como uniformes o disfraces, de enfermera, de secretaria, de azafata, de corista…ella eligió el de doncella, un vestido ajustadísimo de negro satén, escotado, cortito con delantal y solapas blancas, previamente había seleccionado lencería de color negro también abrió una caja con candado en la que guardaba sus juguetes sexuales, eligiendo un pequeño consolador que guardó en su bolso.

Por encima de las medias se calzó unos calcetines cortos y unos zapatos de tacón alto.

Su habitación era contigua a la de Juan, ella lo sabía porque había forzado la reserva desde su ordenador.

Por su parte Juan había solicitado un menú especial, a base de marisco y cava brut, que hizo muy agradable la ceremonia de la firma del contrato y que dejó, tras el segundo gin tonic a su cliente, fuera de combate, pero no a él, Juan cuidaba su cuerpo con esmero, iba al gimnasio, corría, practicaba deporte y todo lo hacía al servicio de tener un cuerpo capaz de resistir cualquier batalla sexual, por intensa o difícil que fuera. Sus compañeros no lo sospechaban, ni falta que hacía, esa parte de su vida era exclusivamente suya y no la compartía con nadie, sólo con sus diferentes y entregadas amantes, pero esta noche iba a ser diferente, esta noche quería romperle el culo a esa ejecutiva hasta que le implorara ¡basta!.. Estaba preparado, mentalizado y notaba que su infatigable compañera de juegos entre sus piernas estaba preparada como un marine esperando que bajara la proa de su lancha de desembarco en una playa en guerra.

Juan subió a la habitación decidido a telefonear a la directora y caso de no estar lograr su móvil y llamarla para quedar, pero no hizo falta, porque Lucía se había deslizado desde su habitación y le esperaba sentada en el pequeño sofá con las piernas cruzadas, dejando ver sus largas piernas y la cinta negra de unas medias que sólo se podrían ver en esa postura, o al levantarle la falda claro…

Juan ni se inmutó al oír de ella

  • Hola

Se limitó a mirarla, acercarse a ella y tomando su mano le dijo

  • Pasemos una noche inolvidable, nos la hemos ganado, pero que sepas que me implorarás que pare, que habrá un momento en el que te arrepentirás de haber venido porque te dolerá… ¿Quieres seguir?

Lucía, que creía ser ella la que llevaría la iniciativa, se sorprendió. Por primera vez se sentía dominada y aquello le hizo sentir un principio de orgasmo, como fiebre y excitación a un tiempo, pero trató de mantener la compostura y le respondió:

  • Veremos quien pide piedad de los dos

Le contestó altiva mientras separaba las piernas dejando ver el tanga negro que dejaba intuir su precioso y abultado coñito.

Lucía se levantó, se acercó a él y le quitó la americana negra mientras acercaba sus labios a su boca, diciéndole

  • ¿Desea un servicio vip de habitaciones señor?

Juan ya estaba empalmado, imposible no estarlo y máxime al notar en el abrazo los pechos de Lucía y sus pezones duros como piedras.

Juan le bajó los tirantes del vestido dejando ver el sujetador, mientras Lucía bajaba los ojos sumisa. Siguió bajando hasta que el vestido se deslizó cayendo al suelo y dejando ver un cuerpo perfecto en ropa interior de lujo y medias altas…

  • No te quites los zapatos, le ordenó Juan, al menos hasta que te lo diga.

Ella le desabrochó el pantalón mientras Juan se quitaba la camisa dejando ver un cuerpo esculpido a base de ejercicio y disciplina, duro como una pared, algo que Lucía no había conocida hasta la fecha, lo que le hizo pensar que a lo mejor él tenía razón y sería ella la que imploraría perdón y acabaría rindiéndose.

Juan sentía curiosidad por ver si el cuerpo desnudo respondía a la expectativa, pues era muy exigente en eso, sólo se entregaba con mujeres hermosas de su gusto y Lucía lo parecía, además del morbo que le proporcionaba saber que estaba a punto de follar con una ejecutiva que había decidido disfrazarse de doncella para él…

Le quitó el sujetador con destreza y rapidez dejando ver dos pechos turgentes, limpios con aureolas sonrosadas y grandes pezones, algo difícil de admirar de ella vestida…

Le bajó el tanga y pudo admirar aquel coñito perfecto, depilado excepto un triangulito de pelo corto, con labios cerrados y un pliegue protector del clítoris que pronto sería chupado absorbido y acariciado con una lengua experta y decidida…

La polla de Juan ya estaba dando señales de querer comenzar la faena pero Juan controlaba muy bien ese órgano así que decidió comenzar con la prueba inicial que es como él llamaba a una primara masturbación que le informaba sobre la capacidad de su compañera de juego para la velada.

Una vez ya los dos desnudos Juan agarró firmemente de la cintura a Lucía la volteó con sus poderosos brazos y la puso boca abajo en la cama, que curiosamente tenía sábanas negras, ya que Lucía desde su puesto había indicado que el cliente las había solicitado sin ser verdad…

Ella, desnuda boca abajo y sin poder ver lo que pasaba detrás suyo se sintió indefensa pero muy excitada, cerró los ojos y esperó…

Lo primero que notó fueron las manos de Juan abriendo sus muslos y separándole las nalgas…Ella se relajó y esperó, pero no tuvo que hacerlo por mucho tiempo, porque súbitamente notó un roce húmedo en su clítoris, preciso como el de un cirujano, que comenzó muy despacito deslizándose hasta llegar al mismo centro de su culito, solo ese recorrido le pareció eterno y cuando volvió a notar su lengua volver a subir todo su cuerpo se arqueó sin querer, como si la hubiesen electrocutado, la primera convulsión llegó cuando él comenzó a succionarle el clítoris suavemente pero con un ritmo muy rápido, mientras le acariciaba el culito con su dedo mojado en saliva a partir de ese momento no pudo contenerse, es como si su cuerpo le abandonase y gritó fuerte entre bruscos movimiento que trataban de aumentar el placer hasta que se corrió como una perra gritando y contorsionándose mientras Juan seguía con su boca y sus dedos masajeando y acariciando sin parar.

  • Ya, ya por favor paraaaa, ya llegué…para por favor.

Dijo, casi sin aliento en lo que sería el preludio de una noche en la que tendría que suplicar, ella lo sabía y lo temía pero esbozó una sonrisa cómplice mientras se daba la vuelta en la cama y acariciaba el pecho de Juan para él que quedaba mucho y controlaba perfectamente estos momentos iniciales.

Lucía se quitó el moño y dejó que su melena quedara libre y suelta lo que hacía de ella una auténtica preciosidad a lo cual Juan no dudó, le pasó la mano por detrás del cuello y la besó mientras le tocaba sus pechos con suavidad hasta notar sus pezones duros, ella hizo amago de tratar de chupársela, pero él le quitó la idea, no iba a dejar que le hiciera un mamada dejándole por unos minutos desarmado, eso es lo que ella quería porque estaba un poco asustada, ya que nunca había estado con un tipo así, en su sueño no había detalles pero empezaba a sentir lo mismo que al despertar por eso quería una tregua, pero al instante comprobó que no la tendría.

Juan pensaba – la dura ejecutiva va a empezar a saber lo que es bueno y acabará como una ternerita bramando- y volvió a voltearla casi sin esfuerzo poniéndola a cuatro patas y ahora sí con la polla bien dura le penetró poco a poco hasta notar su cuerpos unidos y el sudor mezclado de los dos junto con el olor del perfume delicioso de Lucía que esperaba ansiosa el siguiente golpe que llegó fuerte y profundo mientras le acariciaba las tetas y le susurraba historias guarras al oído, fueron más de 20 minutos de lucha en la que ella cimbreaba con las manos y las rodillas apoyadas en la cama tratando de no salir disparada hacia adelante por los arreones de Juan que parecía no cansarse nunca, sacó su miembro enrojecido por el esfuerzo pero igual de duro y le dio la vuelta a ella poniéndola boca arriba y agarrándola de los tobillos le levantó las piernas dejando su sonrosado coñito algo inflamado por el roce a la vista y a su entera disposición. La segunda penetración fue rápida, ella ni se dio cuenta hasta que estaba dentro, muy dentro y entonces descubrió con horror, que lo anterior había sido sólo un precalentamiento porque en esa postura, él parecía un animal desbocado, un gorila insaciable y brutal, a cada golpe ella notaba como todo su cuerpo se movía y parecía como si le fuera a romper la vagina, porque jamás nadie, ni siquiera ella con sus vibradores había llegado tan lejos, tan profundo y tan intensamente, ella que ya se había corrido dos veces entró como en trance y ya no pudo controlarse, ahora sí ahora se estaba corriendo como jamás lo había hecho, ya no era, ella era su cuerpo, sus órganos que se abandonaban a su suerte como un barco sin timón en medio de una gran tormenta, gritó como un animal acorralado con todas sus fuerzas , sin temor porque sabía que nadie escucharía sus gritos pues las habitaciones contiguas estaban vacías , algo de lo se ocupó personalmente unas horas antes.

Cuando ella creía imposible tener otro orgasmo descubrió que su cuerpo era capaz de proporcionarle unas experiencias desconocidas, estaba volando estremecida y con la mirada perdida.

Juan que lo sabía, esperó a ese momento para sacar su miembro y regarla por todo el cuerpo, reservando el último depósito para manchar sus labios pintados haciéndolos parecer como tras haber chupado un yogur de nata…

Lucía extenuada se relajó a lo largo de la cama y con su dedo meñique llevó el semen al interior de su boca y lo tragó, mientras observaba a Juan sudoroso, pero mirándola como un auténtico depredador.

  • Ha sido estupendo, Juan me ha encantado
  • ¿Cómo dices?
  • Que me has hecho subir a lo más alto estoy feliz y agotada
  • No querida, esto no ha hecho más que empezar, tendrás que suplicar que pare y yo veré si lo hago y cuando, quizás no lo sepas, pero puedo aguantar toda una noche y correrme no menos de cinco veces, mi secreto es que como mucha carne roja, ja ja ja ja se rio con una mirada traviesa y dominante.

Lucía se rindió, sabía que esa noche no podría controlar nada, ya no era la jefa del hotel, la mujer dominante y deseada por todos, era una esclava sexual dominada y a merced de un hombre con el que había soñado vestido con un traje negro.

Descubrió que cuando creía no poder más, su cuerpo, si era estimulado en determinados lugares por un experto el suficiente tiempo reaccionaba por sí solo y aquellos orgasmos les eran desconocidos, eran como ataque epilépticos, llegando a perder durante unos segundos la consciencia y la respiración.

Cuando ya pensaba que había terminado, incapaz de llevar la cuenta de los orgasmos propios y ajenos, notó que Juan la agarraba de las muñecas con fuerza, ella trató de zafarse, misión imposible pues Juan era un experto en dominar hembras e inmovilizarlas para que no pudieran escapar, cuando ya cedió y dejó de resistirse notó como si le ardiera el culito, le estaban introduciendo en su culo virgen una polla que se abría paso implacable y sin compasión, mientras con dos dedos le acariciaba el clítoris con lentitud y sin apenas tocarlo. Notaba como fuego en su recto y un dolor intenso mezclado con miedo y placer fueron los 15 minutos más intensos de aquella noche, Lucía había descubierto el dolor más placentero y excitante de toda su vida, ella que jamás había dejado a ningún hombre que le diera por detrás…

Juan cumplió su promesa y durante toda la noche se la estuvo follando en todo tipo de posturas, sin piedad, sin parar hasta que ella le suplicó parar totalmente destrozada sin apenas capacidad de mover las piernas porque dejó de sentirlas durante mucho tiempo.

  • Está bien ha sido una bonita noche, ahora vete que falta poco para que amanezca y no conviene que te vean aquí conmigo.

Ella accedió, recogió su ropa y el bolso con el consolador que por primera vez no le había hecho falta, salió de la habitación y aquella noche no soñó con hombres con chaqueta y corbata, lo hizo con animales salvajes, vendavales y mares embravecidos.

Esa mañana le vio marchar desde la puerta de su despacho, y se abrió un poco de piernas mostrando su coñito todavía irritado y rojo de la noche.

Él la miró, sonrió y le dijo a la chica de recepción:

  • Volveré pronto